Con una importante presencia, Abel Pintos se hizo presente en el Festival del Artesano para ponerle magia a la primera noche de fiesta en Ojo de Agua.
Ojo de Agua vibra con una nueva edición del Festival Nacional del Artesano, y como no podía ser de otra manera, Radio Panorama te invita a vivirlo a través de la 100.1.
Entre varios artistas importantes que están presentes en el escenario, Abel Pintos puso toda la magia de la primera noche del Festival.
Para la primera noche del viernes 4 de marzo, subieron al escenario: Ábel Pintos como el destacado de la jornada, además actuaron: La Konga, Dany Hoyos, Palmareños, Yoni Cejas, Mala Junta, El Revuelo, Antifaz, Bandeñas, Los Duartes, Leo Herrera, Decime Chango, Los Primos, entre otros.
Para el cierre del 5 de marzo se espera a La Berisso, Néstor Garnica, Manseros Santiagueños, Fabricio Rodriguez, Los Hnos Mattar, El Chófer del Chamame, La MístiK, Pachorra, Maso Ñaupa, Carlos Lobos, Armandito Santillán, La Clave, La 22.
Entre los tres nuevos temas se sitúa ‘La Culpa’, junto a Omar Montes, Canelita y Daviles de Novelda.
El Madrileño, el disco más vendido en España en 2021, cumple un año y con motivo de este aniversario C. Tangana reedita el trabajo bajo el título El Madrileño (La sobremesa), con tres temas inéditos y una nueva portada hecha por el director Carlos Saura.
Los nuevos temas son La Culpa, junto a Omar Montes, Canelita y Daviles de Novelda; Bobo al lado del dominicano Luis Segura, toda una institución del género bachata y Te Venero, acompañado de la legendaria Omara Portuondo, que se pudo escuchar por primera vez en la gala de los Goya.
El lanzamiento de esta especial reedición, comunicado este viernes por la discográfica de C.Tangana, también incluye nuevas versiones de “Me Maten” y “Los Tontos”, así como la versión original de “Un Veneno” junto a Niño de Elche, y “Para Repartir”, dos temas que anticiparon la senda sonora de “El Madrileño”.
C. Tangana, cuyo trabajo se ha posicionado entre los mejores de 2021 de crítica y público dentro y fuera de España, dará pronto el pistoletazo de salida a “El Madrileño, Sin cantar ni afinar Tour”.
La gira comienza mañana en Málaga y con ella recorrerá España y Latinoamérica en escenarios como el Wizink Center en Madrid y grandes festivales internacionales como Lollapalooza (Argentina), Vive Latino, Pal Norte y Ceremonia en México, entre otros.
El encuentro en el Aeródromo de Punilla reúne a gran parte del mundo rockero local. Nueve escenarios y muchas sorpresas.
Cosquín Rock tiene veintidós años de historia y veintiuna ediciones, ya que el año pasado no se realizó por la pandemia de Covid 19.
El festival que tendrá su edición 2022 este sábado 12 y domingo 13 de febrero tuvo tres sedes.
La primera, la legendaria Plaza Próspero Molina, hogar del tradicional festival de folklore. Luego; el predio de la Comuna San Roque (o San Rocke, como se la supo publicitar), “La Plaza Próspero Montaña”, según la rebautizó Germán Daffunchio. Y ahora el Aeródromo de Santa María de Punilla, pegadito al viejo leprosariode la zona, donde se desarrolla desde hace más de una década a la fecha.
Los nombres abruman: además de La Mona (cerrará la segunda fecha) y Las Pelotas (tocarán los dos días) actuarán la primera jornada entre otros Los Auténticos Decadentes, Ciro y los Persas, Babasónicos, Skay, Wos, Eruca Sativa, Trueno, Julieta Venegas, Zoe Gotusso, Horcas, Turf, Jimmy Rip, Celeste Carballo, Nonpalidece, Juanse y Juana Molina.
La película dirigida por Cristian Bernard recorre con automatismo las postas habituales de los thrillers de suspenso concebidos para el consumo en plataformas.
Los thrillers psicológicos se han convertido en uno de los platos predilectos de la industria audiovisual contemporánea. En especial para las plataformas, que encuentran en ellos un terreno apto para la replicación de fórmulas ultra conocidas y, por lo tanto, de películas fácilmente asimilables para el espectador. Producida por Warner en asociación con HBO Max, donde llegará luego de su paso por la cartelera argentina, Ecos de un crimen es una muestra cabal de lo que ocurre cuando se piensan los géneros cinematográficos no como plataformas de despegue para crear mundos propios, sino como techo, como límite para un relato maniatado por un guion desesperado por funcionar como hermano menor de las adaptaciones de los libros Stephen King (imposible no pensar en una mezcla de El resplandor con La ventana secreta).
El único que parece preocupado por evitar que Ecos de un crimen sea otras de las tantas películas intercambiables sobre escritores chiflados con bloqueos creativos es el director Cristian Bernard, responsable junto a Flavio Nardini de esa rareza que fue –y sigue siendo– 76-89-03 (2000). Su reconocida filiación con el cine norteamericano de la década de 1970 se traduce en algunas ideas visuales de indudable potencia, materializadas sobre todo en las escenas nocturnas que transcurren en el exterior, en medio de uno de esos diluvios tan caros al cine de suspenso.
Por fuera de eso, la película recorre con automatismo las postas habituales de este tipo de relatos, empezando por una secuencia inicial que muestra –a través de un plano aéreo, como mandatan las normas– la llegada de Julián Lemar (Diego Peretti), su esposa (Julieta Cardinali), la hija de ella y el pequeño hijo de ambos a una casa coqueta casa en las afueras de la ciudad. La idea no es tanto pasar unas vacaciones como procurar un ámbito relajado para ver si de una vez por todas Julián, que viene de un año sufriendo picos de stress y otras jugarretas psicológicas, encuentra algo de tranquilidad para encarar la última parte de una exitosa saga literaria.
Desde ya que Julián tendrá cualquier cosa menos tranquilidad. Incluso apenas llega, durante un paseo con la nena, estruja un sapo hasta matarlo mientras su mente navega aguas turbulentas. Luego del inevitable corte de luz –aquí, en España, en Croacia o donde sea, parece que el suministro eléctrico no está preparado para lluvias intensas–, toca la puerta una jovencita en estado de shock (Carla Quevedo) que afirma que su marido acaba de matar a su bebé y que ahora va por ella. El matrimonio la aloja y Julián intenta llamar a la policía, pero obviamente no hay señal ni línea telefónica. Solo queda esperar. Una espera en la que Julián empieza a experimentar una serie de situaciones que podrían –o no– transcurrir únicamente en su cabeza.
La pareja de la chica (Diego Cremonesi en modo full loco) llega para concretar su faena, pero, ¿está realmente ocurriendo eso? Ecos de un crimen es de esas películas donde cada escena refuta la anterior a través de un mecanismo muy sencillo: Julián “despierta” de su trance y las últimas situaciones se retrotraen. El problema es que no hay mucho más allá de eso, y todo se limita a sostener a como dé lugar la duda de si el escritor efectivamente está loco o no. Basta con haber visto media película de este estilo para suponer la respuesta.