Por Víctor Pérez Cañete
No mires arriba narra la historia de dos astrónomos mediocres que deben emprender una gira mediática descomunal para avisar a la humanidad de la llegada de un cometa que va a destruir la Tierra. (Netflix)
Un alegato contra el negacionismo
“No mires arriba” ha llegado en un momento en el que los paralelismos entre la sociedad actual y lo que vemos en la nueva sátira de Adam McKay son claros. El discurso de la película gira, en su mayor parte, sobre el negacionismo y la idiotez de muchos ante una catástrofe. En este caso la amenaza es un asteroide de nueve kilómetros descubierto por un par de científicos a los que casi nadie toma demasiado en serio.
Partiendo desde aquí, el director nos advierte del peligro de seguir ignorando los verdaderos problemas de nuestro planeta. Vemos cómo a los políticos solo les interesa su posición de poder y cómo, junto a los medios y gran parte de la población, no dan importancia a los dos científicos. De esta manera, el director vuelve a hacer énfasis, como hiciera con El vicio del poder o La gran apuesta, en la crítica política y social.
Aunque en esta ocasión no es solo un mensaje que se pueda aplicar a la sociedad estadounidense. Aquí se dirige directamente a todo el mundo. Lo hace, asteroide por medio, poniendo sobre la mesa los grandes problemas que tenemos en nuestra narices como, por ejemplo, la crisis climática y la obligación de escuchar los avisos de la comunidad científica.
Por debajo del mejor McKay
Aún con el importante mensaje que lanza, No mires arriba sabe a poco teniendo en cuenta los trabajos anteriores de Adam McKay. El estilo marca de la casa del director está presente durante las casi dos horas y media de la cinta. Sin embargo, el frenético montaje y la comedia a la que nos tiene acostumbrados Mckay no funcionan del todo a lo largo de la película. Hay buenos gags y momentos destacables, pero teniendo en cuenta la chispa de sus anteriores trabajos y el estelar reparto acaba sabiendo a poco.
La sátira que plantea No mires arriba acaba sucumbiendo, en varios momentos, ante una sucesión de sketches que no se sienten demasiado bien integrados. Y más cuando relegan a un papel secundario a los dos mejores aspectos de la cinta: la pareja de científicos a los que dan vida Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, ambos geniales personajes.
No mires arriba se trata de una sátira, sí, pero a veces llega a límites tan extremos en su tono y la cantidad de humor que se puede hacer repetitiva y larga. Si se hubieran dejado de lado algunos elementos que no aportan demasiado en favor de profundizar aún más en sus protagonistas, seguramente hubiera quedado una cinta más redonda.
Estrellas entre el asteroide
Adam McKay nos tiene acostumbrados a grandes repartos. Christian Bale, Ryan Gosling, Brad Pitt, Steve Carrell, Amy Adams o Sam Rockwell son algunos de sus recientes colaboradores.
El elenco de No mires arriba no se queda atrás y causó furor desde que se anunciaron todos sus nombres. A DiCaprio y Lawrence, se suman Meryl Streep, Cate Blanchett, Mark Rylance, Jonah Hill o una de las estrellas del momento, Timothée Chalamet. Un poco decepcionantes los papeles de Streep y Blanchett, que pasan sin pena ni gloria a pesar de que la primera interprete a la mismísima presidenta de los Estados Unidos.
Al final son Jennifer Lawrence y, en especial, Leonardo DiCaprio los que acarrean la película. El humor con el personaje de Lawrence, la doctora Dibiasky, es el que mejor funciona dentro del registro cómico de No mires arriba. Y el Dr. Randall Mindy se convierte rápidamente en lo mejor de la cinta gracias a otra gran actuación de Leonardo DiCaprio. La ansiedad, nervios e incluso los pequeños momentos dramáticos están perfectamente interpretados por DiCaprio, en un papel que demuestra la versatilidad y talento del actor angelino.
Conclusión de ‘No mires arriba’
Con No mires arriba Adam McKay construye una sátira sociopolítica que, a pesar de no estar a la altura de los anteriores trabajos del director, consigue transmitir un mensaje importante acerca del negacionismo y la necesidad de escuchar las advertencias de la comunidad científica.
En medio de innumerables gags y el característico estilo de McKay destacan la divertida interpretación de Jennifer Lawrence y sobre todo un Leonardo DiCaprio que se alza como lo mejor de la película en el papel del histérico doctor Mindy.