Se tratan de actividades, relacionadas al cine, que buscan fomentar el talento y la creatividad en la región.
El festival internacional de cine de Santiago del Estero está en pleno desarrollo, y el equipo de voluntarios que integra la producción de la cita cinéfila local está trabajando arduamente. La edición actual se lleva a cabo del 17 al 22 de junio en el Colegio de Arquitectos de Santiago del Estero, ubicado en el Parque Aguirre, como se ha hecho durante los últimos 7 años.
Desde diciembre del año pasado hasta febrero de este año, se recibieron más de 1000 películas provenientes de alrededor de 40 países de todo el mundo tras la apertura de la habitual convocatoria internacional. Estas películas están en instancia de visionado para su eventual programación.
Una grilla llena de actividades acompañarán a la proyección de películas, siempre libres y gratuitas. Además se ha confirmado la presencia del director ganador de Cannes, Pablo Giorgelli. Él ofrecerá una conferencia sobre narrativa audiovisual y un taller destinado a desarrollar proyectos de guion bajo la perspectiva de la autogestión.
El próximo 24 de enero se conocerá si estará en el quinteto final. El largometraje dirigido por Santiago Mitre integra la lista de candidatas de los premios.
Este miércoles, la película Argentina, 1985 de Santiago Mitre fue preseleccionada para competir por el ansiado Oscar 2023 en la categoría de mejor película extranjera. El largometraje protagonizado por Ricardo Darín y Peter Lanzani está entre los quince finalistas de su categoría, según anunció este miércoles la Academia de Artes y Cinematográficas de Hollywood.
El 24 de enero, cuando se anuncien las nominaciones, se develará si la producción quedó entre los cinco largometrajes con posibilidades de alzar la estatuilla dorada el 12 de marzo, en la ceremonia que se llevará adelante en el Dolby Thatre de Los Ángeles.
Barbie, la nueva película dirigida por Greta Gerwig ya tiene su primer adelanto. ¡Mirá las increíbles escenas de Margot Robbie!
Barbie se convirtió en una de las películas más esperadas para el 2023. Dirigida por Greta Gerwig, la directora de Lady Bird y Little Women, el film ya había generado mucho furor en el público cuando se reveló que Margot Robbie y Ryan Gosling interpretarían a Barbie y Ken, respectivamente.
Muchas noticias salieron con respecto a la historia de la película. Se habla de un barbie-verse (un universo de Barbie) donde habrán muchas Barbies y muchos Kens viviendo en la ciudad plástica.
La historia oficial de la película que se está difundiendo es: Barbieland es una hermosa y colorida sociedad repleta de Barbies y Kens. El Ken de Gosling, se dice, es un completo “idiota” y está obsesionado con Barbie y ama su mundo real por todas las razones por las que Barbie lo odia (los estándares de belleza, el machismo). Ken y Barbie, eventualmente, abandonan Barbieland y se encuentran en el mundo real. Mientras ellos escapan, el CEO de Mattel -interpretado por Will Ferrell– los persigue para llevarlos de regreso.
La película dirigida por Cristian Bernard recorre con automatismo las postas habituales de los thrillers de suspenso concebidos para el consumo en plataformas.
Los thrillers psicológicos se han convertido en uno de los platos predilectos de la industria audiovisual contemporánea. En especial para las plataformas, que encuentran en ellos un terreno apto para la replicación de fórmulas ultra conocidas y, por lo tanto, de películas fácilmente asimilables para el espectador. Producida por Warner en asociación con HBO Max, donde llegará luego de su paso por la cartelera argentina, Ecos de un crimen es una muestra cabal de lo que ocurre cuando se piensan los géneros cinematográficos no como plataformas de despegue para crear mundos propios, sino como techo, como límite para un relato maniatado por un guion desesperado por funcionar como hermano menor de las adaptaciones de los libros Stephen King (imposible no pensar en una mezcla de El resplandor con La ventana secreta).
El único que parece preocupado por evitar que Ecos de un crimen sea otras de las tantas películas intercambiables sobre escritores chiflados con bloqueos creativos es el director Cristian Bernard, responsable junto a Flavio Nardini de esa rareza que fue –y sigue siendo– 76-89-03 (2000). Su reconocida filiación con el cine norteamericano de la década de 1970 se traduce en algunas ideas visuales de indudable potencia, materializadas sobre todo en las escenas nocturnas que transcurren en el exterior, en medio de uno de esos diluvios tan caros al cine de suspenso.
Por fuera de eso, la película recorre con automatismo las postas habituales de este tipo de relatos, empezando por una secuencia inicial que muestra –a través de un plano aéreo, como mandatan las normas– la llegada de Julián Lemar (Diego Peretti), su esposa (Julieta Cardinali), la hija de ella y el pequeño hijo de ambos a una casa coqueta casa en las afueras de la ciudad. La idea no es tanto pasar unas vacaciones como procurar un ámbito relajado para ver si de una vez por todas Julián, que viene de un año sufriendo picos de stress y otras jugarretas psicológicas, encuentra algo de tranquilidad para encarar la última parte de una exitosa saga literaria.
Desde ya que Julián tendrá cualquier cosa menos tranquilidad. Incluso apenas llega, durante un paseo con la nena, estruja un sapo hasta matarlo mientras su mente navega aguas turbulentas. Luego del inevitable corte de luz –aquí, en España, en Croacia o donde sea, parece que el suministro eléctrico no está preparado para lluvias intensas–, toca la puerta una jovencita en estado de shock (Carla Quevedo) que afirma que su marido acaba de matar a su bebé y que ahora va por ella. El matrimonio la aloja y Julián intenta llamar a la policía, pero obviamente no hay señal ni línea telefónica. Solo queda esperar. Una espera en la que Julián empieza a experimentar una serie de situaciones que podrían –o no– transcurrir únicamente en su cabeza.
La pareja de la chica (Diego Cremonesi en modo full loco) llega para concretar su faena, pero, ¿está realmente ocurriendo eso? Ecos de un crimen es de esas películas donde cada escena refuta la anterior a través de un mecanismo muy sencillo: Julián “despierta” de su trance y las últimas situaciones se retrotraen. El problema es que no hay mucho más allá de eso, y todo se limita a sostener a como dé lugar la duda de si el escritor efectivamente está loco o no. Basta con haber visto media película de este estilo para suponer la respuesta.
Esperando la paz gracias al Acuerdo de Múnich: Jeremy Irons como el primer ministro británico Neville Chamberlain.
¿Se podría haber detenido a Hitler en 1938? Una producción de Netflix protagonizada por Jeremy Irons, como el ex primer ministro británico Neville Chamberlain, explora esa incógnita.
Como la historia demostró más tarde, fue uno de los peores actos de apaciguamiento: el Acuerdo de Múnich de 1938, firmado por los respectivos jefes de gobierno del Reino Unido, Alemania, Francia e Italia (Neville Chamberlain, Adolf Hitler, Edouard Daladier y Benito Mussolini).
Ese primer intento de detener la devastadora política expansionista de Hitler es el tema central de la nueva película de Netflix “Múnich en vísperas de una guerra”.
Aunque los espectadores del thriller ya saben que los intentos de Chamberlain por evitar una guerra con la Alemania nazi serán infructuosos, la película sigue siendo cautivadora gracias a unos diálogos inteligentes, una escenografía detallada y una actuación sobresaliente. Sobre todo, reflexiona sobre el poder de cualquier individuo en medio de un contexto político visiblemente demencial; las acciones de los protagonistas hacen que nos preguntemos hasta dónde llegaríamos cada uno de nosotros en tales circunstancias.
Tal parece que en tiempo de streaming y guerra de plataformas la nostalgia es negocio: tras el suceso de la reunión del elenco de Friends, ahora HBO Max pone un pie en el nuevo año con Harry Potter 20º aniversario: regreso a Hogwarts, un especial que reúne al elenco principal de la franquicia y que recorre la historia de una de las sagas cinematográficas más exitosas de la historia.
De la mano de una producción fastuosa que recupera muchos de los escenarios reales creados para la saga de las aventuras del joven mago, el documental de poco más de una hora y media de duración sin dudas emocionará a más de una generación aunque no presenta grandes revelaciones y tiene una gran ausente: la creadora de todo este universo, la escritora J.K. Rowling, envuelta en polémicas y acusaciones de transfobia.
Estructurado en cuatro partes, en cada una de las cuales se analiza un par de películas, Regreso a Hogwarts comienza con el mismo tono cinematográfico del primer film: con la llegada de una misteriosa invitación que convoca a asistir al andén nueve y tres cuartos, en donde los espera su transporte hacia Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
No mires arriba narra la historia de dos astrónomos mediocres que deben emprender una gira mediática descomunal para avisar a la humanidad de la llegada de un cometa que va a destruir la Tierra. (Netflix)
Un alegato contra el negacionismo
“No mires arriba” ha llegado en un momento en el que los paralelismos entre la sociedad actual y lo que vemos en la nueva sátira de Adam McKay son claros. El discurso de la película gira, en su mayor parte, sobre el negacionismo y la idiotez de muchos ante una catástrofe. En este caso la amenaza es un asteroide de nueve kilómetros descubierto por un par de científicos a los que casi nadie toma demasiado en serio.
Partiendo desde aquí, el director nos advierte del peligro de seguir ignorando los verdaderos problemas de nuestro planeta. Vemos cómo a los políticos solo les interesa su posición de poder y cómo, junto a los medios y gran parte de la población, no dan importancia a los dos científicos. De esta manera, el director vuelve a hacer énfasis, como hiciera con El vicio del poder o La gran apuesta, en la crítica política y social.
Aunque en esta ocasión no es solo un mensaje que se pueda aplicar a la sociedad estadounidense. Aquí se dirige directamente a todo el mundo. Lo hace, asteroide por medio, poniendo sobre la mesa los grandes problemas que tenemos en nuestra narices como, por ejemplo, la crisis climática y la obligación de escuchar los avisos de la comunidad científica.
Por debajo del mejor McKay
Aún con el importante mensaje que lanza, No mires arriba sabe a poco teniendo en cuenta los trabajos anteriores de Adam McKay. El estilo marca de la casa del director está presente durante las casi dos horas y media de la cinta. Sin embargo, el frenético montaje y la comedia a la que nos tiene acostumbrados Mckay no funcionan del todo a lo largo de la película. Hay buenos gags y momentos destacables, pero teniendo en cuenta la chispa de sus anteriores trabajos y el estelar reparto acaba sabiendo a poco.
La sátira que plantea No mires arriba acaba sucumbiendo, en varios momentos, ante una sucesión de sketches que no se sienten demasiado bien integrados. Y más cuando relegan a un papel secundario a los dos mejores aspectos de la cinta: la pareja de científicos a los que dan vida Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, ambos geniales personajes.
No mires arriba se trata de una sátira, sí, pero a veces llega a límites tan extremos en su tono y la cantidad de humor que se puede hacer repetitiva y larga. Si se hubieran dejado de lado algunos elementos que no aportan demasiado en favor de profundizar aún más en sus protagonistas, seguramente hubiera quedado una cinta más redonda.
Estrellas entre el asteroide
Adam McKay nos tiene acostumbrados a grandes repartos. Christian Bale, Ryan Gosling, Brad Pitt, Steve Carrell, Amy Adams o Sam Rockwell son algunos de sus recientes colaboradores.
El elenco de No mires arriba no se queda atrás y causó furor desde que se anunciaron todos sus nombres. A DiCaprio y Lawrence, se suman Meryl Streep, Cate Blanchett, Mark Rylance, Jonah Hill o una de las estrellas del momento, Timothée Chalamet. Un poco decepcionantes los papeles de Streep y Blanchett, que pasan sin pena ni gloria a pesar de que la primera interprete a la mismísima presidenta de los Estados Unidos.
Al final son Jennifer Lawrence y, en especial, Leonardo DiCaprio los que acarrean la película. El humor con el personaje de Lawrence, la doctora Dibiasky, es el que mejor funciona dentro del registro cómico de No mires arriba. Y el Dr. Randall Mindy se convierte rápidamente en lo mejor de la cinta gracias a otra gran actuación de Leonardo DiCaprio. La ansiedad, nervios e incluso los pequeños momentos dramáticos están perfectamente interpretados por DiCaprio, en un papel que demuestra la versatilidad y talento del actor angelino.
Conclusión de ‘No mires arriba’
Con No mires arriba Adam McKay construye una sátira sociopolítica que, a pesar de no estar a la altura de los anteriores trabajos del director, consigue transmitir un mensaje importante acerca del negacionismo y la necesidad de escuchar las advertencias de la comunidad científica.
En medio de innumerables gags y el característico estilo de McKay destacan la divertida interpretación de Jennifer Lawrence y sobre todo un Leonardo DiCaprio que se alza como lo mejor de la película en el papel del histérico doctor Mindy.
En “Many Saints of Newark”, la precuela de la serie de culto, Michael Gandolfini compone el personaje de un joven Tony Soprano, el mismo que llevó a su padre a la fama
The Many Saints of Newark (2021) es la precuela de la emblemática serie de HBO que se emitió entre 1999 y 2007 y marcó una época en la televisión global. Aunque el film de Alan Taylor -que dirigió unos cuantos capítulos en aquel momento- fue esperado con gran expectativa porque -se supone- muestra la vida del joven Tony Soprano y cómo se convirtió en quien finalmente fue, el film es más una historia familiar que una película que cuenta el origen de algo.