El empate en Santiago del Estero dejó la certeza que el equipo es mejor cuando se asocia que cuando trata de imponer el vértigo; fue de menos a más en un 1-1 que incluyó cuatro debuts
Como si los siete meses de lejanías físicas entre sus habitantes hubiesen generado la necesidad de empezar de nuevo, la selección argentina tuvo en la noche de Santiago del Estero una línea de rendimiento de abajo hacia arriba. Es cierto: no tocó el techo de lo excelso en su tramo más lucido, pero tampoco el piso cuando la partitura no se entendía del todo. Y así, el empate 1-1 ante Chile, en un estadio precioso y vacío, no entrará al final en ningún muro de lamentos.
Fuente: La Nación – Andrés Eliceche