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Los miserables no hacen mella por mucho que lo intenten. Los oportunistas. Detractores seriales. Cuesta creer ( o no) que hayan aprovechado su partida para darle rienda suelta al resentimiento. La intolerancia. Y toda clase de ponzoña moralista. Tan vacíos de sensibilidad a una pasión inabarcable. Una amiga me dijo ” una muerte muy temprana para un Dios ” y me dejó impactado la franqueza y la precisión de esa frase. Lo volvimos una deidad pagana. Un gigante inmortal. Y el tuvo mucho que ver con eso. Que me importan los que no pueden ni podrán jamás entender y maravillarse con todo lo que hizo este inolvidable repartidor de belleza. Yo me quedo con la osadía de quien. Como ya se dijo. En un país donde la mayoría busca zafar con el 4. Con la ley del mínimo esfuerzo. Siempre buscó el diez y vaya que lo alcanzó y lo atesoró hasta convertirlo en bandera. En convicción. En milagro. En leyenda. Yo me quedo con su abierto desprecio por los corruptos. Los aduladores y los cínicos. Me quedo con la voz temblorosa de mi viejo cada vez que lo recuerda y en un viaje inevitable es de nuevo un muchacho saltando y llorando de alegría con sus amigos en la confitería del pueblo. Mientras un relator quebrado por tanta magia imprimía en la memoria colectiva una pregunta que fue sentencia y devoción. De que planeta viniste barrilete cósmico. Me quedo con la gracia y el amor de un deporte maravilloso. Nunca supimos de qué planeta viniste. Pero nadie fue más argentino y nadie fue más universal. Maradona es eterno. Diego descansa en paz.”

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