
En un partido cargado de tensión y con todos los condimentos de una gran noche europea, el París-Saint Germain logró dar vuelta la historia y festejar en el Estadio Olímpico de Montjuïc, al imponerse 2-1 frente al Barcelona en una nueva jornada de la Champions League.
El equipo de Xavi Hernández había comenzado mejor, mostrando personalidad, posesión y profundidad en la primera parte, donde supo imponer su ritmo y controlar los tiempos del encuentro. El gol inicial de los locales encendió a la afición culé, que soñaba con una victoria ante un rival de peso como el campeón francés.
Sin embargo, en la segunda mitad apareció la mano de Luis Enrique. El entrenador español ajustó las piezas y el PSG cambió la dinámica del juego, presionando alto, recuperando rápido y generando peligro constante. La reacción se plasmó en el marcador con el empate, que golpeó anímicamente al conjunto catalán.
El desenlace fue digno de una película: cuando parecía que el empate estaba sellado, Gonçalo Ramos apareció en el minuto 89 para marcar un gol agónico que desató la euforia parisina y el silencio en las tribunas. Con ese tanto, el PSG se llevó tres puntos fundamentales y dejó en claro que tiene argumentos para soñar en grande en esta edición de la Champions.




























