La tormenta llegó a Santo Tomé, Perugorría, Tabay, Empedrado, Villa Olivari, Paso de los Libres, Mercedes e Ituzaingó, donde trabajaban decenas de brigadistas. En otras localidades aún no cayó tanta agua como se necesita
Decenas de brigadistas de distintos puntos del país tuvieron que abandonar los focos de incendio de los alrededores de la zona de Santo Tomé, en Corrientes, por la llegada de un frente de tormenta eléctrica. El miedo de que cayeran rayos y que no lloviera, lo que incrementaría las llamas, se disipó pasadas las 17 de este jueves, cuando finalmente se largó un diluvio, la ayuda del cielo tan esperada.
“Tormentas aisladas”, anticipaba el pronóstico meteorológico. Sin embargo, llegaron y no fueron aisladas. El agua cayó con todo. Justo cuando habían nacido nuevos focos en los campos circundantes de la ciudad de Santo Tomé: en San Benito y en las estancias Casualidad y Pirizal, a unos 45 kilómetros del casco urbano camino a la Colonia Carlos Pellegrini, en los esteros del Iberá, donde también llovió aunque bastante menos.
“Ole lé, ola lá, si esto no es Bomberos, Bomberos donde está”, cantaban los brigadistas en la base de operaciones de Santo Tomé, empapados y felices por la mano que les tendió el clima, finalmente, después de días y días de combate contra un incendio impiadoso que se estaba devorando los campos de la zona.